Cobrar per gaudir!

Cuenta una leyenda oriental que un rico comerciante encargó a un pintor un cuadro de un gallo, su mascota favorita. Fueron pasando los meses sin tener noticias del encargo. Finalmente, se dirigió al taller, y cuál fue su sorpresa al ver que ni siquiera había comenzado el cuadro. Pero el pintor le hizo sentarse, cogió el lienzo y en pocos minutos lo completó brillantemente. Era una obra maestra, sin duda, que emocionó al mecenas. Pero, cuando fue a pagar, le pareció una barbaridad la cifra requerida por una labor "de un cuarto de hora". Entonces el pintor le mostró cientos de bocetos de gallos que había ido elaborando durante todo un año, hasta alcanzar la maestría final. El comerciante le dio la razón y pagó.Hoy en día, le habría contestado: "Sí, hombre, encima de que te diviertes, ¿además querrás cobrar?".

Este es el pan de cada día de muchos artistas. Se presupone que su recompensa es el propio encargo. Que tener la posibilidad de exponer su obra basta, que ver producido su diseño es ya un honor. Son oportunidades para ir haciendo currículo. Pero, y mientras, ¿de qué viven? Hay que entender que la mayoría de artistas destinan gran parte de su vida a la formación, al tanteo, a la investigación, sin poder obtener rendimiento inmediato. Apenas unos cuantos genios han visto compensado su talento económicamente. Sin embargo, entendemos que en otras profesiones no creativas se cobre directamente por la labor, sean banqueros, mé- dicos o futbolistas. Respecto del gremio de la farándula y la cultura, aceptamos que merezcan premios, becas, exposiciones, homenajes, libros... ¡pero que encima quieran cobrar por disfrutar, vaya morro!

Article de JULI CAPELLA, a
El Periódico

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